"¡HABLE PALABRAS QUE CAMBIEN VIDAS!"
Por Joel Osteen
En 1981, a mi mamá le diagnosticaron cáncer y le dieron sólo unas semanas de vida. Nunca se me olvidará el golpe que fueron esas noticias para nuestra familia. Nunca había visto a mi mamá enferma ni un día en toda mi vida: era extremadamente sana y activa. Le encantaba estar afuera, trabajando en su jardín, cuidando sus plantas. Yo estaba fuera de mi casa, en la universidad, cuando llegó el reporte del doctor. Mi hermano, Paul, me habló y dijo: “Joel, Mamá está muy, muy enferma”
“¿Qué quieres decir, Paul? ¿Le dio alguna gripa o algo por el estilo? “No, Joel”, replicó Paul. “Está bajando de peso, su piel está amarilla, y está demasiado débil: tiene un problema muy grave”.
Mi mamá estuvo en el hospital por veintiún días, mientras los doctores hacían análisis tras análisis. Mandaron sus pruebas a laboratorio en todo el país, con la esperanza de encontrar algo que le pudiera ayudar. Finalmente, regresaron con el muy temido reporte que tenía un cáncer metastático del hígado.
Sacaron a mi papá al pasillo y le dijeron: “Pastor, no nos gusta tener que decirle esto, pero su esposa sólo tiene unas semanas de vida. No meses, semanas...”
La ciencia médica había llegado a los límites de lo que podía hacer. Los mejores y más brillantes doctores del mundo habían hecho todo lo posible, así que básicamente mandaron a mi mamá a su casa para morir.
Les expresamos nuestro sincero agradecimiento a los doctores y al personal del hospital por todo su esfuerzo, pero rehusamos aceptar sus opiniones.
Estoy agradecido por los doctores, los hospitales, la medicina y la ciencia, pero los profesionales médicos sólo pueden presentar lo que les están diciendo sus reportes. Gracias a Dios que usted y yo podemos apelar a una Autoridad mayor. Siempre podremos conseguir otro reporte. El reporte de Dios dice: “Te restauraré la salud y sanaré tus heridas”.
Servimos a un Dios sobrenatural. Él no está limitado por las leyes de la naturaleza y puede hacer lo que los humanos no pueden hacer. Él puede abrir un camino en nuestra vida cuando parece que no hay ninguno. Esa fue nuestra oración para la vida de mi Mamá.
Y mi mamá nunca se dio por vencida; rehusó hablar palabras de derrota. No se quejaba de qué tan enferma estaba o cuan débil se sentía, o qué terrible era su vida, o cómo no había esperanza para su situación. No ella decidió poner las palabras de Dios en su mente y en su boca.
Comenzó a hablar llenas de fe. Comenzó a llamar la salud y sanidad. Durante todo el día, la oíamos por toda la casa hablando en voz alta: “Viviré y no moriré, y declararé las obras del Señor” ¡Parecía una Biblia andando!
Yo le decía: “Mamá, ¿cómo estas?” Ella decía: “Joel, soy fuerte en el Señor y en el poder de su fuerza”.
Buscó en su Biblia y encontró como treinta o cuarenta pasajes preferidos tocantes a la sanidad. Los apuntó, y cada día, ella los leía y los hablaba confiadamente en voz alta. La veíamos caminando afuera de la casa, diciendo: “Con larga vida, Él me satisface y me muestra su salvación”.
Mi madre mezcló sus palabras con las Palabras de Dios, y algo poderoso comenzó a suceder. Empezaron a cambiar sus circunstancias. No fue de un día para otro, pero poco a poco, ella se comenzó a sentir mejor; le regresó su apetito y su peso comenzó a aumentar. Lenta pero seguramente, sus fuerzas regresaron.
¿Qué estaba sucediendo?
Dios estaba cuidando su palabra para cumplirla. Dios le estaba restaurando a ella su salud y sanando sus heridas. Algunas semanas pasaron y Mamá mejoró un poco más. Pasaron algunos meses, y seguía aun mejor. Pasaron unos cuantos años, y ella siguió declarando la Palabra de Dios.
Hoy día, han pasado más de veinte años desde que recibimos el reporte que a mi mamá sólo le quedaba unas semanas de vida.
Al escribir estas palabras, Mamá está completamente libre de cáncer, ¡sanada por el poder de la Palabra de Dios!
Y ella sigue declarando la Palabra de Dios. Cada mañana se levanta y revisa las mismas escrituras sobre la sanidad, sigue hablando esas palabras de fe, victoria y salud sobre su vida. No sale de su casa antes de hacerlo. Y además, le encanta recordarle al “Sr. Muerte” que él no tiene ningún poder sobre su vida, ya que cada vez que mi madre pasa por un cementerio, literalmente grita: “¡Me satisface con larga vida y me muestra su salvación!” La primera vez que hizo eso mientras yo iba en el carro con ella, ¡casi me salgo de mi asiento por el susto que me dio!. Pero Mamá rehúsa darle al enemigo cualquier entrada.
CONFIESE AUDAZMENTE LA PALABRA DE DIOS
Mi madre usó sus palabras para cambiar su mundo, y usted puede hacer lo mismo. Posiblemente usted esté enfrentando una situación “imposible”. No se dé por vencido, Dios es un Dios que hace milagros, Él sabe lo que está pasando, y no le defraudará pues es el amigo que es más cercano que el hermano. Si confía en Él y comienza a hablar palabras de fe, las circunstancias comenzarán a cambiar.
DIOS ES UN DIOS QUE HACE MILAGROS.
Claro que no tenemos que encontrarnos en una situación donde peligra nuestra vida para usar la Palabra de Dios. Podemos hablar la Palabra de Dios en nuestra vida cotidiana. Padres, deberían declarar la Palabra de Dios sobre sus hijos cada día antes de que se vayan a la escuela.
Sólo diga: “Padre, tú me prometiste en el Salmo 91 que tú mandarás a tus ángeles para que cuiden de nosotros y que ningún mal llegará a nuestro hogar, así que, te doy gracias que mis hijos cuentan con esa protección sobrenatural, y que tu estás guiándoles y cuidándoles. Padre, tú dijiste que somos la cabeza y no la cola, y que tú nos rodearás de favor, así que te doy gracias que mis hijos son bendecidos, y sobresaldrán en todo lo que pongan su mano a hacer.”
Hablar la Palabra de Dios sobre sus hijos puede efectuar una enorme diferencia en sus vidas. Yo sé que mi mamá oraba por mis hermanos y yo todos los días antes de salir a la escuela. Oraba específicamente que no nos rompiéramos ningún hueso, y crió cinco hijos muy sanos y activos. Todos jugamos deportes e hicimos muchas cosas algo alocadas, pero hasta el día de hoy, ninguno de nosotros nos hemos roto un hueso.
Así como es esencial que nos veamos cómo Dios nos ve y pensemos de nosotros mismos cómo Él piensa, es igualmente importante que hablemos de nosotros lo que Dios dice al respecto. Nuestras palabras son claves en hacer realidad nuestros sueños. No es suficiente simplemente con ver por la fe o a través de su imaginación, tiene que comenzar a hablar palabras de fe sobre su vida. Sus palabras tienen enorme poder creativo y en el instante que usted habla algo, ese algo nace. Este es un principio espiritual, y funciona igual si dice algo bueno o malo, positivo o negativo.
De esa manera, muchas veces nosotros somos nuestros peores enemigos. Culpamos a todo mundo y cualquier otra cosa, pero la verdad es esta: Somos profundamente influenciados por lo que decimos tocante a nosotros mismos. La Escritura dice que somos atrapados por las palabras de nuestra propia boca. (“Te has enlazado con las palabras de tu boca, Y has quedado preso en los dichos de tus labios” Prov. 6.2)
“Nunca me pasa nada bueno. Mis sueños nunca se realizan. Yo sabía que no recibiría aquel ascenso” Estas clases de frases, literalmente, impedirán que usted salga adelante en la vida; por eso tiene que aprender a guardar su lengua y hablar sólo palabras llenas de fe sobre su vida. Es uno de los principios más importantes que jamás pueda tomar y practicar, sencillamente sus palabras pueden hacerle un éxito o hacerle un fracaso.
Dios nunca nos ordenó verbalizar constantemente nuestro dolor y sufrimiento.
Él no nos mandó andar platicando nuestras situaciones negativas, ni divulgando nuestros “secretitos” con todos nuestros amigos y vecinos. Al contrario, Dios nos dijo que habláramos constantemente de su bondad, que declaráramos sus promesas cada mañana al desayunar, en las tardes cuando estamos comiendo, en la noche antes de dormir, reflexionando continuamente en las bondades de Dios.
Usted podría experimentar un nuevo sentir de gozo en su hogar, si tan sólo dejara de hablar de las cosas negativas de su vida y comenzara a hablar sobre la Palabra de Dios.
SOBRE EL AUTOR: Joel Osteen es el pastor principal de la congregación Lakewood Church en Huston, Texas, la cual es una de las más grandes de E.E.U.U., con 30,000 miembros. Su programa, catalogado como un programa inspiracional # 1 de acuerdo a Nielson Media Research, es visto mundialmente en 100 millones de hogares a través de ABC Family, BET, PAX y CNBC, en Europa y Australia, entre otros. Osteen y su esposa Victoria residen en Texas.
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
Que Dios Te Bendiga.
Un abrazo
Tu Amigo:
Carlos Félix
jesusnoshabla@gmail.com
JESUCRISTO ha venido a sanarte a ti, pon toda tu confianza en El; que nada ni nadie te aparte de JESUCRISTO, pon tu mirada en JESUCRISTO, el único salvador, el único. El está presente, vivo y actuante como en Palestina; El quiere salvar. El quiere salvarte a ti, El quiere perdonarte todo, absolutamente todo.
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Te invito en este momento a que te pongas en la presencia de dios, te invito a que te pongas ante JESUCRISTO, porque El está ahí, está delante de ti. El quiere tu bien; El quiere sólo tu bien.
JESUCRISTO ha venido a salvarte a ti, ha venido a perdonarte a ti.
JESUCRISTO ha venido a sanarte a ti, pon toda tu confianza en El; que nada ni nadie te aparte de JESUCRISTO, pon tu mirada en JESUCRISTO, el único salvador, el único. El está presente, vivo y actuante como en Palestina; El quiere salvar. El quiere salvarte a ti, El quiere perdonarte todo, absolutamente todo.
JESUCRISTO, como en palestina, quiere liberarte a ti y JESUCRISTO quiere sanarte a ti; ábrete a JESUCRISTO. El está a la puerta de tu corazón, El sigue diciéndote como en Mateo 11,28: “Vengan a mí, todos los que están cansados, agobiados, afligidos, Yo les voy a aliviar”. Vete a JESÚS, no dudes, ábrete a El, está a la puerta de tu corazón llamando; ahora mismo está, no lo dejes a la puerta, ábrele tu corazón, invítalo a entrar.
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
Que Dios Te Bendiga.
Un abrazo
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Carlos Félix
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alimentoparalamente@hotmail.com
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